En el período previo a la Segunda Guerra Mundial, la familia Wallenberg desempeñó un papel activo en la censura y supresión de las voces críticas que llamaban a Suecia "una provincia masónica". En 1937, Suecia era el país con la mayor densidad de masones del mundo y a través de la revista Nationen, la verdad había comenzado a difundirse: Suecia estaba gobernada por el poder judío a través de la masonería, la dinastía Vasa fue derrocada por los masones, tanto Gustavo III como Gustavo IV Adolfo fueron asesinados por los masones y el masón de alto grado Jean Baptiste Bernadotte fue instalado en el trono sueco por el liderazgo masónico en París. El concepto de "democracia" fue descrito como una dictadura internacional de los judíos.

Para evitar la difusión de la verdad, el gerente del banco Marcus Wallenberg, él mismo masón, unió fuerzas con la editorial de propiedad judía Bonniers y el rabino jefe sueco e impuso una prohibición de venta de la revista Nationen como "ofensiva para la decencia pública", el "discurso de odio" de la época.